La conserva de siempre, el envase de hoy
Aunque el envasado de alimentos no es, ni mucho menos, un invento del siglo XXI, lo cierto es que las nuevas tecnologÃas han dotado a este proceso de algunos rasgos de modernidad que nos provocan una reacción a medio camino entre el escepticismo y la desconfianza. Parece mentira que después de años y años de apilar latas y tetrabriks en nuestras despensas, ahora los envases modernos sean capaces de interactuar con nosotros y decirnos si el alimento que vamos a consumir sigue estando en óptimas condiciones.
El nivel de oxidación, la deshidratación o la actividad de microorganismos son algunos de los aspectos que estos nuevos envases detectan, registran y comparten con nosotros. De este modo podemos conocer el estado de los alimentos, su frescura, la temperatura a la que se encuentran o si existe algún riesgo para nuestra salud. Asà que todo lo contrario a desconfianza, el sentimiento que debemos experimentar es el de tranquilidad. La industria alimentaria avanza al mismo ritmo que lo hace una sociedad en la que, cada vez más, optamos por precocinados y conservas mientras luchamos por conseguir que nuestro dÃa tenga 25 horas.
Envases inteligentes, activos, con indicadores de fugas o análisis de contenido microbiológico… al fin y al cabo son envases y lo importante es que siguen siendo la mejor opción para la conservación y el almacenamiento de alimentos.
Nuestro invitado de hoy, José Antonio Gabaldón, es responsable del Departamento de Seguridad Alimentaria del Centro Tecnológico Nacional de la Conserva y, además, subdirector de TecnologÃa de los Alimentos en la Universidad Católica de San Antonio (UCAM). Gabaldón ha querido romper una lanza a favor de los alimentos en conserva y de las nuevas formas de envasado afirmando que los alimentos no pierden sus propiedades y que, ahora, gracias a los nuevos envases, es posible conservar los beneficios del alimento hasta un 70%.
Pero el envasado no acaba en la conservación y la practicidad, sino que va un paso más allá y llega al marketing y la venta. El diseño de los envases es casi tan importante como el contenido de los mismos, por eso el mejor envase no es el más grande ni el más “inteligente” sino el que mejor conjuga utilidad y atractivo. Al fin y al cabo dicen las malas lenguas que se come primero por los ojos.
Hablando de diseño, marketing y modernidad… ¿Os imagináis una versión moderna de la mÃtica lata de sopa de tomate? Es curioso, pero no le hizo falta ser tan “inteligente” para pasar de ser un simple envase a icono de toda una época.
Entrevista a José Antonio Gabaldón, responsable del Departamento de Seguridad Alimentaria del Centro Tecnológico Nacional de la Conserva.
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