La raza de nuestras abejas
No, no es que las abejas de la península sean más valientes, ni que piquen con más mala baba. Nos referimos a que la abeja ibérica, como muchos de nosotros, tiene “sangre” africana y a estudiar estas peculiaridades evolutivas se ha dedicado durante años nuestro invitado de hoy, José Serrano. La abeja doméstica que conocemos proviene de una mezcla entre variedad autóctona (muy adaptable al entorno) y sucesivas colonizaciones procedentes del norte de África.
A pesar de esta complejidad, muchas de ellas no se libraron del gran despoblamiento mundial de la abeja que se produjo durante 2004 y 2005. Aunque las causas siguen siendo una incógnita, los últimos estudios apuntan a que esta gran desaparición puede estar causada por factores sanitarios (virosis, nosemosis, varrosis) y por otros ambientales (como la climatología adversa, el uso de fitosanitarios o las deficiencias de la miel y el polen).
Lo cierto es que la desaparición de cerca de 1.000 millones de estas polinizadoras naturales preocupó a la sociedad por cuanto el fenómeno podía repercutir en la alimentación mundial. Para que os hagáis una idea, Serrano menciona un estudio de la Universidad de Cornell, según el cual se estima que el trabajo producido por las abejas estadounidenses podría estar valorado en un horquilla de entre 5.000 y 20.000 millones de dólares. De raza no sabemos, pero trabajadoras… tanto como las hormigas. Ah, no, que eso de que las hormigas trabajan era un tópico…
Entrevista a José Serrano, catedrático de la Universidad de Murcia y tesorero de la Sociedad Española de Biología Evolutiva.
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