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Mejores agentes de control biológicos para una agricultura más sostenible

Una de las prioridades en el contexto actual de la lucha contra las plagas es la disminución del empleo de productos fitosanitarios. Para que esto sea posible es necesario potenciar el uso de otros métodos de control más acordes con la agricultura sostenible, como es el caso del control biológico de plagas. Este método ha demostrado ser eficiente, aunque todavía existen limitaciones en su implementación que comprometen su eficacia y dificultan su expansión.

 

Una posibilidad real de progreso en este campo, para dar respuesta a los retos presentes y futuros, es la mejora genética de los agentes de control biológico (ACB). Al igual que ha ocurrido en la agricultura con las variedades de plantas y las razas de animales, la selección artificial de ACB con determinadas características puede contribuir a un mayor éxito del control biológico.

 

Las especies de enemigos naturales están adaptadas a su ambiente natural a través de la selección natural. Sin embargo, las condiciones donde los agentes de control biológico deben ejercer su acción beneficiosa (cultivos) suelen ser muy distintas a las naturales. Por ello, los caracteres óptimos para su rendimiento en los distintos agrosistemas deben ser elegidos mediante selección artificial.

 

En este contexto, un grupo de investigación de la Universidad Polítécnica de Cartagena (UPCT), liderado por Pablo Bielza Lino, lleva a cabo un programa de mejora genética de uno de los principales ACB, el Orius laevigatus, una especie de insecto de la familia de los antocóridos utilizado en agricultura para luchar contra otros insectos dañinos para los cultivos.

 

El grupo de investigación, en el que también participan José Enrique Mendoza Rivas y Virginia Balanza Martínez, ya ha logrado modificar genéticamente una raza de Orius con una elevada resistencia a spinosad y piretrina naturales: extractos vegetales utilizados en agricultura ecológica y compuesto de origen natural producido por un microorganismo, respectivamente.

 

Ventajas y futuro del proyecto 

El Orius laevigatus, también llamado ‘chinche de la flor’ o “’chinche pirata’, esuno de los agentes más efectivos en control biológico, por lo que este proyecto tendrá un impacto socioeconómico definitivo en la implementación de estos controles. “La población resistente a spinosad, piretroides y piretrinas naturales se prevé que tenga una inmediata aplicación en el sector productivo, respondiendo a los retos planteados para el control de plagas secundarias”, asegura Bielza, quien destaca que “las principales empresas productoras de enemigos naturales han mostrado su interés en estas líneas mejoradas, por lo que la transferencia de los resultados obtenidos está asegurada”.

 

Esta investigación sentará las bases de la mejora de O. laevigatus, y servirá para establecer programas de mejora en otras especies. “La Región de Murcia es pionera en el uso del control biológico de plagas y, en particular, en la utilización de Orius laevigatus como agente de ese tipo de control. La elevada superficie de cultivos hortícolas en nuestra Comunidad Autónoma, tanto bajo invernadero como al aire libre, se podrá beneficiar de contar con razas mejoradas de este importante enemigo natural”, añade el investigador Pablo Bielza. Todo ello contribuirá a un mayor éxito de la agricultura regional, tanto en términos económicos como medioambientales, contribuyendo a una producción sostenible de alimentos seguros y saludables, según los responsables del proyecto.

 

Concretamente, la empresa Agrobío, única multinacional española que se dedica a la producción y comercialización de agentes de control biológico, tiene gran interés en este proyecto de la UPCT, participando activamente en los ensayos de la prueba de concepto.

 

 

Pablo Bielza Lino, de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), es el investigador principal del proyecto titulado 'Validación técnica en condiciones de campo de una raza seleccionada del agente de control biológico Orius laevigatus'. También son miembros del equipo los investigadores José Enrique Mendoza Rivas y Virginia Balanza Martínez.