60 años de la muerte de Ludwig Wittgenstein, el filósofo del lenguaje
Se cumplen hoy 60 años de la muerte de Ludwig Wittgenstein, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX . Wittgenstein nació en Viena en 1889, en el seno de una de las familias más ricas de Austria, y se educó en un ambiente cultural selecto. Su madre era música y su padre un magnate del hierro y el acero.
La música, las matemáticas y la filosofía fueron las grandes pasiones de Wittgenstein. En realidad, toda su familia era muy aficionada a la música (varios de sus seis hermanos fueron músicos profesionales y en su casa se contaban hasta una docena de pianos de cola) y sus padres organizaban veladas musicales en las que pudo conocer a músicos de la época como Mahler, Brahms o Strauss.
Después de asistir a escuelas en Linz y Berlín, se trasladó a Gran Bretaña para estudiar ingeniería en la Universidad de Manchester. Su apasionado interés por las matemáticas puras le llevó a los 22 años hasta el Trinity College (Cambridge) para estudiar con Bertrand Russell, considerado el más importante representante de la filosofía analítica y una de las grandes mentes de su época.
Rusell fue uno de los primeros en valorar la extraordinaria inteligencia y la profundidad del pensamiento del joven Wittgenstein, capaz de rebatir teorías que su maestro había tardado años en elaborar. Durante un tiempo se dedicó asimismo al estudio de la aeronáutica, llegando a patentar el primer motor de avión a reacción.
En 1914, Wittgenstein se alistó voluntariamente como soldado y fue enviado al frente ruso, donde obtuvo cuatro medallas al valor.
Su gran aportación vino dada por el Tractatus logicus-philosophicus (1921), una pequeña obra de apenas setenta páginas que cambió la historia de la filosofía del siglo XX. Partiendo de los principios del simbolismo y de las relaciones necesarias entre las palabras y las cosas en cualquier lenguaje, su estudio aborda en primer lugar la estructura de las proposiciones y de la naturaleza de la inferencia lógica, para pasar después a la teoría del conocimiento, los principios de la física, la ética y la mística.
A los 30 años, Wittgenstein decidió apartarse de la filosofía. Renunció a su herencia y durante años trabajó como jardinero y maestro rural. Tras entrar en contacto con el Círculo de Viena, en 1929 regresó a Cambridge para reanudar su trabajo en filosofía. Pronto empezó a rechazar ciertas conclusiones del Tractatus y a desarrollar otras opiniones reflejadas en sus Investigaciones Filosóficas publicadas con carácter póstumo en 1953.
Aunque en sus obras se desarrollan dos concepciones contrapuestas, la primera cercana al neopositivismo lógico y al Círculo de Viena y la segunda, presente en sus últimas obras, pragmática, se trata de dos concepciones no carentes de elementos de continuidad, que han marcado la filosofía occidental del siglo XX.
A lo largo de la mayor parte de su vida, Wittgenstein concibió la filosofía como un análisis conceptual o lingüístico. En sus Investigaciones Filosóficas (1953) mantenía que la “filosofía es un combate contra el hechizamiento de nuestra inteligencia por medio del lenguaje”. Las distintas funciones de las expresiones lingüísticas, nos llevan a interpretar distintos “ juegos del lenguaje” (muy distintos por ejemplo en el científico y en el teólogo). La solución de los problemas filosóficos requiere un proceso laborioso de examen y descripción del lenguaje que esta en uso.
De carácter hosco y reservado, Wittgenstein fue conocido por la sencillez en su forma de vivir y de vestir. Wittgenstein producía un gran impacto, respeto y admiración en quienes le conocieron y cosechó un respeto casi reverencial entre sus contemporáneos, y su influencia en el pensamiento y la cultura del siglo XX ha sido enorme. Entre sus pocos e íntimos amigos figuraba Keynes.
Wittgenstein se retiró de la vida académica en 1947; y murió en Cambridge el 29 de abril de 1951.
