Historias del punto de vista
Hablamos hoy de la historia de la perspectiva, con motivo de la exposición ‘Perspectivas, Ciencia y Magia de la Representación’; una historia de promiscuas relaciones entre matemáticas, óptica y otras disiciplinas unidas por un estrecho vínculo.
Lo curioso de la perspectiva es que todo su sustrato científico (teoremas y demás formulaciones teóricas provenientes de la geometría clásica) sólo empiezan a ser empleadas en el arte desde el Renacimiento. Sólo durante esta época se produce el cambio que supone el paso de una búsqueda puramente científica a una problemática artística, “de la ciencia de la visión a la ciencia de la representación”. Las normas de la construcción perspectiva correcta (con la convergencia de las líneas de profundidad en un punto de fuga unificado) “inventadas” por Brunelleschi y ejemplificadas en dos tablillas con perspectivas (perdidas) se codificaron en un tratado de Leon Battista Alberti (1436), especialmente dedicado a los pintores, y replanteados en una serie de textos durante los siglos XV y XVI (Piero della Francesca, Leonardo, Durero, etc.).
Mucho antes, desde el siglo V a.C., se había venido creando la ilusión de espacialidad. Durante la Antigüedad y la Edad Media no existió distinción entre óptica y perspectiva; bien porque los tratados ópticos tenían una naturaleza abiertamente geométrica (textos griegos) o porque se consagraban al estudio de problemas físicos y fisiológicos (textos árabes y medievales) en ningún caso se planteó el problema de la representación artística. Lo cual no excluye, obviamente, que tuvieran lugar intentos de utilizar la perspectiva en el arte. Sabemos que los griegos conocían métodos para la realización de la perspectiva de los escenarios teatrales y, por otra parte, en obras pictóricas de los siglos XIII y XIV aparecen esquemas geométricos y fórmulas empíricas de representación en perspectiva difundidos y transmitidos en el ámbito de los “talleres”.
La mezcolanza del arte y la ciencia propició una mejora de la calidad de los dispositivos ópticos, pero fue con la llegada de la fotografía con la que el arte sufrió una gran crisis que condujo a muchos artistas de las vanguardias a alejarse de lo sensible (cognoscible a través de los sentidos) para dejarse llevar por la subjetividad de lo asible a través del intelecto.
La última de las reflexiones de hoy: recordad que no “vemos” con el ojo, sino con el cerebro. Lo explica nuestro invitado de hoy.
Entrevista a Lino Cabezas, catedrático de la Universidad de Barcelona especializado en Historiografía del Arte.
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